Tal como dijo Pinky una vez: «prometo no volver a decir NARF cuando me equivoque!… oh, no! lo dije de nuevo, NARF!». Hay una palabra que no podemos decir y, sin embargo, vamos a tener que decirla tupido y parejo, sobretodo durante esta CES y el resto del 2010.
Esta manaña todo lucía exactamente igual que un día cualquiera en el cuartel general de Betazeta Networks: mi taza de café con restos de café frio del día anterior, el escritorio de Leo Prieto lleno de revistas gringas que llegan por suscripción, el escritorio de JF con un resto de whopper que olvidó antes de volar a CES y el escritorio de Cony Sturm en perfecto y pulcro orden. Reinaba en el ambiente un silencio sólo interrumpido por las motos y buses que aceleran por providencia.
Al abrir mi correo me encontré con una conspicua misiva: el bufete alemán WILDE.Rechtsanwälte nos estaba contactando para exigirnos la remoción de la palabra Smartbook de nuestro contenido.
Tal como lo leen, y en concordancia con lo que les contamos en el artículo Chocando con una Marca Registrada, al acuñar un neologismo siempre existe la posibilidad de dar con algo que ya tenga dueño. El caso de Smartbook es emblemático: la firma alemana Smartbook A.G. produce notebooks con esa marca desde hace años. Cuando los procesadores Snapdragon de Qualcomm generaron un nuevo nicho mezcla de smartphone y netbook, la prensa tech contrajo ambos términos aludiendo a Smartbook (ouch, lo dije de nuevo!) para referirse a un computador ultraportátil cuyo procesador, en vez de ser de tecnología X86, está emparentado con ARM. Un teléfono glorificado corriendo un sistema operativo que permite navegar y hacer tareas de ofimática y correo: Ubuntu para ARM, Android, Windows CE son ejemplos de ello.
Pues bien. Este bufete alemán estima que cada vez que alguien dice Smartbook y se refiere a un producto distinto a los portátiles de Smartbook AG, está dañando la marca., por lo que se nos pide que quitemos el artículo CES10: Lenovo Skylight, lo probamos, pero depende de los operadores, y que en un plazo de dos semanas quitemos por completo la palabra smartbook de FayerWayer, salvo para referirnos a un producto de Smartbook AG o bien a la disputa que esta compañía sostiene contra Qualcomm u otro.
Por lo que hemos visto, no somos el primer sitio en enfrentar este problema. Una experiencia similar han vivido en NetbookNews y TweakTown, quienes hasta ahora no han obedecido. Por su parte EETimes no sólo quitó la palabra de sus artículos sino que borró un reportaje completo de puro susto. Pero supongo que si van a ponerse a demandar a todos los que hacen mal uso de la palabra Smartbook y dañan a la marca sembrando confusión, habría que partir por Wikipedia, quien describe Smartbook como: «an upcoming class of mobile devices that combines features of both smartphones and netbooks»
Dicho sea de paso, manteniendo las proporciones, son innumerables los ejemplos en que se usa una marca para describir un genérico, de hecho eso ya debiera tener un nombre como figura retórica. Tengo un conocido que es almacenero y en su diario vivir le toca escuchar pedidos como:
- ¿Qué vale el confor Noble? (para referirse a papel higiénico de la marca)
- ¿Tiene yilé chic? (aludiendo a afeitadoras desechables marca shick)
- ¿Me da una coca de naranja? (esto es muy barriobajero, pero se usa también)
Que yo sepa, CMPC Tissue nunca se ha querellado por el mal uso de su marca Confort, ni Gillette ni Coca Cola por sus respectivas marcas. Por supuesto, si un competidor o sustituto quisiera sacar un producto y llamarle asi, tendrían toda la razón del mundo para ir contra él, pero por ningún motivo contra los transeúntes que la usen mal consciente o insconscientemente, ni menos contra la prensa que no tiene la culpa de los neologismos, por mucho que estén registrados como marca.
Estoy haciendo averiguaciones a ver si podemos publicar la carta, o tal vez redactar también una respuesta, o incluso armar una petición online. En cualquier momento más antecedentes. Adelante estudios!
Ah, por si alguien pregunta: esto no es broma, es sólo que nos parece tan absurdo pedir que no se use una palabra que no logramos tomarlo en serio.