El estudio concluyó que los videojuegos violentos sí influyen en el comportamiento de niños y adolescentes. Luego de sólo algunos meses, aquellos que jugaron de manera constante este tipo de videojuegos aumentaron su tendencia a tener conductas físicamente violentas en comparación con aquellos que no se pasaron el tiempo matando a otros de manera virtual. La segunda conclusión fue que los videojuegos violentos afectan de manera negativa «la trayectoria de desarrollo» de los niños, por lo cual sugiere que se reduzca la exposición a estos.
Los efectos se manifestaron por igual en los escolares estadounidenses como en los japoneses, y eso a pesar de que estos últimos viven en una sociedad considerada de baja violencia. Pero claro, echarle toda la culpa de la violencia entre niños y jóvenes a los videojuegos sería simplificar demasiado las cosas.
Link: Longitudinal Effects of Violent Video Games on Aggression in Japan and the United States (Vía 1UP)