Quizás no todos conozcan a Claudia Mitchell, una muchacha que en 2004 perdió su brazo hasta la altura del hombro por culpa de un accidente en motocicleta y que nunca se contentó con la prótesis estándar que recibió para tratar de compensar algunas de las funciones de su miembro faltante. Su frustración llegó a término cuando en 2006 se sometió a una operación experimental conocida como “targeted reinnervation” (restauración nerviosa localizada, a grosso modo).
El procedimiento consistió en unir un brazo robótico a Mitchell y controlarlo a través de una serie de nervios extraídos de su hombro y redispuestos debajo de su pecho. Ahora, sólo basta que la mujer piense en “mover” para que el miembro mecánico responda adecuadamente, permitiéndole llevar una vida mucho más independiente de lo que hubiese podido sin disponer de su nuevo brazo, que le permite realizar tareas domésticas sencillas.
El solo hecho de llevar esta clase de operación a cabo es un gran paso para la medicina, pero la segunda sorpresa vino pocos meses después de terminado el procedimiento, específicamente cuando Claudia estaba tomando un baño caliente y… sintió el calor en su miembro faltante.
Ciertamente es imposible que una prótesis desarrolle esa clase de habilidades espontáneamente, pero el cerebro de Mitchell efectivamente estaba recibiendo esta señal ¿Qué estaba ocurriendo? En realidad, el mensaje sensorial provenía de la red nerviosa insertada bajo la piel de la paciente para controlar el dispositivo. Ahora los doctores y científicos detrás de la operación original empiezan a investigar cómo explotar este inesperado avance y desarrollar prótesis capaces de sentir y procesar sensaciones como el calor, la presión y el dolor, acercándonos un paso más a un reemplazo perfecto para las extremidades perdidas.
Link: Bionic breakthrough as prosthetic lets woman ‘feel’ her missing hand (DailyMail)
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