Lo que Apple hizo hace un par de días es un total abuso de nuestra confianza. Pero menos mal que pasó, ya que me abre los ojos y me hace recordar que al estar conectados a Internet, estoy expuestos al mundo y a las empresas que lo gobiernan.
El jueves recién pasado, el servicio de actualización de Apple (enfatizo actualización), que es parte del programa iTunes, me informa que hay una nueva versión del famoso reproductor de música listo para ser instalado en mi PC con Windows. Como siempre, le doy el visto bueno para que comience a “ponerme al día” (sinónimo de actualización).
Sin embargo, es aquí cuando Apple prepara la vaselina y comienza la profanación: Tras terminar la supuesta actualización, me doy cuenta que acabo de quedar embarazado con el nuevo Safari 3.1. Este navegador se instaló como un programa nuevo en mi sistema sin yo darme cuenta alguna.
Confundido y violado, me pongo a buscar una explicación, y me topo con este post de John Lilly, CEO de Mozilla.
Lástima que cuando actualizo el firmware de mi iPod Classic, no me llega un iPod Touch o un Macbook Air automáticamente a mi casa. Pero lo qué sí tengo claro, es que Apple está desesperado tratando de meternos Safari a la fuerza, y eso no es justo.
No es nuestra culpa que nadie se enamore ni le excite instalar ese navegador para Windows por las buenas. Además, el hecho que me vaya a la cama con el iTunes porque me gusta, no significa que Apple tenga el derecho de invitar a alguien más a participar y a robarse parte de la acción.
Independientemente que Safari sea el peor o mejor navegador, o que Apple sea una empresa diabólica o Divina, una actualización no es lo mismo que un programa nuevo, y el hecho de que Apple nos haya “metido la puntita a ver si pasa”, no significa que tengamos que gozarlo y hacernos los tontos como si nada hubiera pasado.
Link: Apple Software Update (John’s Blog)