El ciclo natural del Sol dura 11 años, y estamos en uno de sus momentos más álgidos. Por esa razón las noticias sobre llamaradas (explosiones de energía y radiación) y/o tormentas solares (producto de la interacción entre el viento solar y el campo magnético terrestre) son cada vez más constantes. ¿Su impacto? Diverso. Desde auroras boreales más nítidas y complejas hasta dejar ciudades completas sin cobertura de internet u otros tipos de problemas satelitales. En ese contexto, recientemente la Tierra experimentó los efectos de la tormenta geomagnética más intensa desde 2017, ocurrida el pasado 24 de marzo, apenas dos días más tarde de que el Sol emitiera una potente llamarada solar de clase X.
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Aquello parece que va de mal en peor, pero lo cierto es que este no es ni será el último ciclo solar que atravesemos. De hecho, durante la peor tormenta solar que se tiene registro hasta ahora el impacto fue equivalente al de 10 mil bombas nucleares, un fenómeno que marcó un antes y un después respecto a nuestra relación con el astro rey.
La tormenta solar más grande de la historia
Hablamos del evento Carrington, cuyo nombre fue otorgado gracias al astrónomo Richard Carrington, y que fue registrado en agosto de 1859, considerado por expertos como la tormenta solar más potente conocida.
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Durante el evento, se observó una inusual eyección de luz blanca desde el Sol. La magnitud se hizo evidente días después, cuando una aurora boreal extraordinaria iluminó los cielos de regiones donde normalmente no son visibles, junto con derivar en fallos generalizados en los sistemas de telégrafos de Europa y América del Norte.
Así, la tormenta solar de 1859, según estudios recientes del Servicio Geológico Británico y la Universidad de Nagoya, liberó energía equivalente a 10 mil millones de bombas atómicas, superando con creces a cualquier otra tormenta solar registrada.
De hecho, una más reciente investigación liderada por el geofísico Ciaran Beggan reveló que el evento Carrington excedió los límites de energía previamente calculados. Aunque ya existían suposiciones sobre una energía más alta, la falta de pruebas y de máquinas para calcularlo mantuvieron cifras más conservadoras como referencia.
“El impacto fue tan potente, que países en los que típicamente no se ven luces nórdicas pudieron apreciar un vistoso espectáculo nocturno. El pico de intensidad de la llamarada solar sucedió entre los días 1 y 2 de septiembre de ese año, causando fallos totales en el telégrafo del continente europeo y América del Norte”, de acuerdo a la periodista de National Geographic en Español, Andrea Fischer.