Las investigaciones sobre la epidemia de ébola que se padece en África desde el año pasado continúan y ahora parece que se ha comenzado a esclarecer el misterio acerca de su origen.
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El paciente cero, un niño de dos años, parece haberse infectado en un árbol hueco que habitaba un grupo de murciélagos. La villa de donde el niño Emile Oumauno era originario se encuentra en Guinea, una comunidad pequeña de aproximadamente 31 casas dentro de la región boscosa del país, una región que atrae a los murciélagos de la fruta, los megaquirópteros.
Los resultados de la investigación que arrojaron tales declaraciones fueron publicados por un grupo de científicos liderados por Almudean Marí Saéz en Embolmed. En principio, el estudio consideró un grupo posible de animales que hubiera sido capaz de contaminar al paciente, pero la evidencia descartó a todos menos a los murciélagos: ninguna otra especie tuvo una baja significativa en la población. Eso, sumado a la costumbre Guinea de cazar murciélagos pudo llevar a una transmisión una variante específica del virus del ébola: el zaire.
La variante zaire es una de las cinco especies del virus del ébola conocidas, descubierta en 1976, es la causante de la epidemia que ha afectado a Sierra Leona, Guinea y Liberia, y es la más letal conocida del virus.