La sonda Philae de la Agencia Espacial Europea (ESA) se apagó antes de lo previsto, pero las 60 horas que estuvo trabajando sobre el cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko ―tiempo en que se agotó la batería―, fueron suficientes para descubrir algo extraordinario: detectó moléculas orgánicas en la atmósfera del cometa.
PUBLICIDAD
Las moléculas orgánicas tienen un esqueleto formado por átomos de carbono, elemento que constituye la base de la vida en la Tierra. Los científicos de la misión Rosetta investigan si hay compuestos más complejos, como aminoácidos, y otros más sencillos, como metano y metanol, que son los “ladrillos” con los que se construyen las proteínas de los seres vivos.
Este análisis “nos ayudará a comprender si las moléculas orgánicas fueron traídas por cometas a la Tierra primitiva”, comentó Stephan Ulamec, responsable del módulo de aterrizaje Philae, al diario The Wall Street Journal.
© ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA
Una vida breve, pero intensa
Philae se posó sobre la superficie del cometa 67P el pasado 12 de noviembre poco después de las 10:30 a. m. (EST), tras haberse separado siete horas antes de su nave nodriza, el orbitador Rosetta.
Sin embargo, Philae acometizó en un lugar diferente al que habían previsto los ingenieros de la ESA, una zona escarpada con tan sólo 1,5 horas de luz al día en lugar de las siete previstas. Incapaz de alimentarse de la luz del Sol mediante sus paneles solares, Philae entró en hibernación cuando se agotaron las baterías que llevaba. No obstante, hasta que quedó en silencio, trabajó sobre la superficie del cometa y envió datos a la Tierra que han servido para descubrir compuestos orgánicos en 67P.
Éste era, precisamente, uno de los objetivos de la misión Rosetta: encontrar moléculas orgánicas que hayan podido desempeñar un papel en la aparición de la vida en la Tierra, ya que los cometas son los cuerpos más antiguos del sistema solar.
PUBLICIDAD
En concreto, el cometa 67P nació hace 4.500 millones de años, antes de que se formaran los planetas y satélites del sistema solar y como siempre ha permanecido frío, conservó sus primeras características. Por ello, es un excelente candidato para investigar si los cometas pudieron ser los “mensajeros de la vida”.
Con los instrumentos de la nave Rosetta, los ingenieros de la ESA ya habían identificado en la atmósfera del cometa 67P elementos muy interesantes, como oxígeno, nitrógeno e hidrógeno; sin embargo, el primer objetivo era encontrar carbono, la base de la vida.
El hallazgo de moléculas orgánicas ilusiona a los científicos de la ESA porque alimenta la teoría de que la vida pudo haber llegado a la Tierra por medio de cometas que se estrellaron contra la superficie del planeta. Sin embargo, aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, pero está claro que Philae puede darnos muchas sorpresas con todo lo que envió antes de echarse a dormir.