El 2015 es un año muy importante para el desarrollo de las redes en América Latina por varios factores y actores que coinciden en que la conectividad es un factor de desarrollo para la región.
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Hablar en términos generales de la situación del acceso a banda ancha en Latinoamérica es complicado, puesto que en cada país (y sus regiones internas) hay diferencias en la forma de los mercados, las leyes que los regulan y los contextos generales de la sociedad. Sin embargo, un denominador común es que para que las bondades de la sociedad de la información se manifiesten en América Latina, la conectividad debe garantizarse o, por lo menos, expandirse considerablemente.
De ahí que uno de los aspectos comunes del discurso entre operadores, gobiernos y promotores sea tener, antes que nada, acceso a Internet. Queda claro que esta “promesa de la conectividad” es sólo una parte de lo que se requiere para tener condiciones de desarrollo a través de las tecnologías de información y comunicación (TIC).
Este primer paso es material de políticas públicas llamativas en el discurso, pero a esta promesa hay que agregar que ese “boom” de las redes en América Latina tenga un cimiento sólido en su infraestructura de transporte (backhaul y backbone). Es decir, no es suficiente con aumentar el número de torres para dar servicio de banda ancha móvil o los accesos fijos, pues también es importante expandir las redes y conexiones troncales que garanticen el tráfico de la información.
Es evidente que los gobiernos y los operadores no inicien sus mensajes con promesas de cuántos kilómetros de fibra óptica serán desplegado, por ejemplo. En cambio, resulta más atractivo establecer que las poblaciones alejadas podrán conectarse a Internet o que los edificios públicos se convertirán en hotspots. Pero las tendencias de uso y el objetivo de llevar acceso a prácticamente la totalidad de la población hacen que la “cimentación” de las redes sea un objetivo tomado en serio por los actores involucrados.
Demanda de datos
Aunque se puede pensar que lo más demandante será el incremento de líneas móviles, los puntos de acceso fijo juegan también un rol importante. Por ejemplo, si se tiene un plan de datos reducido, conectarse a la red inalámbrica en el hogar y el trabajo ayudan a no “gastar” los datos y alivian el tráfico que soporta una radio base cercana.
Pero estas conexiones fijas requieren también de conexiones robustas para transportar estos datos y los de otros hogares, oficinas, escuelas, etcétera. Además, hoy hay más razones para optar por una conexión de alta capacidad. Por ejemplo, se puede querer una conexión de mayor capacidad si se trabaja desde casa, o si en la oficina se requieren aplicaciones de computación en la nube.
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Este último trimestre del 2014 ofrece algunos datos de empresas que reflejan esta tendencia.
Por ejemplo, América Móvil reportó que entre el tercer trimestre del 2014 y del 2013 crecieron en 12.2% sus suscriptores a televisión de paga, 8.5% los accesos de banda ancha y 5.6% las líneas móviles de postpago. Así, por ejemplo, las Unidades Generadoras de Ingreso (UGIs) fijas crecieron en cifras de dos dígitos en varios países de la región:
UGI fijas (miles) | 3T14 | 3T13 | Variación % |
México |
22242 |
22419 |
-0.8% |
Brasil |
35564 |
31876 |
11.6% |
Colombia |
5188 |
4619 |
12.3% |
Ecuador |
336 |
295 |
13.9% |
Perú |
1199 |
981 |
22.2% |
Argentina, Paraguay y Uruguay |
593 |
525 |
13.0% |
Chile |
1236 |
1146 |
7.9% |
Centroamérica y Caribe |
6844 |
6407 |
6.8% |
Desde luego que el ejemplo de América Móvil no se debe entender como un reflejo de qué ocurre a nivel regional, pero brinda un ejemplo para observar en los reportes de un operador cómo materializa esta demanda desde los consumidores.
En el sector móvil, las proyecciones de 4G Americas muestran que para diciembre del 2016, las conexiones de LTE en América Latina y el Caribe crecerán de 6 a 25 millones, y las de HSPA de 258 a 435.
Conexiones (en millones) | Diciembre 2014 | Diciembre 2015 | Diciembre 2016 | Variación % 14-16 |
HSPA |
258 |
345 |
435 |
69% |
LTE |
6 |
13 |
25 |
317% |
Esta demanda de servicios móviles se ve reflejada en las asignaciones y subastas de espectro para servicios de 4G que ya ocurrieron o están por hacerlo en Colombia, Brasil y Argentina, por mencionar algunos casos. Sin embargo, el espectro es un componente (sumamente importante) que hace necesaria la existencia de redes de transporte.
Conectar esfuerzos
Este reto que presenta el incremento en la demanda y tráfico de datos tiene respuestas naturales en los operadores, como la decisión de invertir en infraestructura de red y de transporte.
Por ejemplo, Televisa invirtió a través de su filial Bestel 16 millones de dólares aproximadamente y entre los proyectos ejecutados se encuentra el despliegue de 9.9 mil kilómetros de fibra óptica entre México y Estados Unidos. Un operador más pequeño, Maxcom, reportó en el tercer trimestre del 2014 que invirtió 56 millones de pesos (unos 4 millones de dólares) para infraestructura de redes y fibra de transporte.
Sin embargo, estas inversiones pueden no ser suficientes, lo que se traduce en diferentes políticas públicas que buscan sostener la “promesa de la conectividad” y la columna vertebral de las redes.
Así, por ejemplo, en México se iniciará el proceso de incrementar el tendido de la red troncal de fibra óptica de la paraestatal a cargo de la electricidad en el país (CFE) de 25 mil 500 a 82 mil kilómetros aproximadamente hacia el 2018. Esta red ofrecería transporte de datos a operadores que no puedan desplegar esta magnitud de fibra. Otro “remedio” en México será tener acceso a la red de América Móvil, de 148 mil kilómetros para aprovechar la cobertura de la infraestructura.
En Colombia y Perú los gobiernos han concursado proyectos de cobertura de redes de fibra óptica, mismos que hoy se ejecutan a través de Azteca Comunicaciones. En Colombia se pretende dar cobertura a 753 municipios aproximadamente, aunque Azteca Comunicaciones reportó en su último trimestre que esta red llegaría a 788 municipios con 20 mil 500 kilómetros de fibra óptica, que costaría aproximadamente 245 millones de dólares. En Perú, el tendido llegaría a los 13 mil kilómetros de fibra.
Aunque sean esfuerzos más silenciosos que dotar de computadoras y tabletas a las escuelas, o prometer que habrá Internet en las zonas más alejadas, es claro que los gobiernos enfrentan el reto de cumplir la “promesa de la conectividad”, mientras que los operadores tienen incentivos (y la necesidad) de contar con redes capaces de soportar el incremento en el número de usuarios y el tráfico que generan aplicaciones de video, por ejemplo, o la expansión de servicios “en nube”.
Es evidente que hay una convergencia de necesidades y una necesidad de conectar esfuerzos en el primer paso de la “promesa de la conectividad”, que es uno de los primeros pasos para el desarrollo de América Latina a través del uso de la tecnología.