En el Valle de la Muerte en California sucede un fenómeno curioso en el que rocas de variados tamaños —incluso hay algunas llegan a pesar más de 300 kg.— cambian de posición y dejan un rastro en el terreno desértico situado en Racetrack Playa, un lago seco estacional localizado en este mismo valle.
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Por mucho tiempo se desconoció con certeza el proceso del movimiento de estas piedras, incluso hubo quienes atribuyeron causas extraterrestres a este fenómeno. Muchos científicos realizaron teorías sin investigar de primera mano este misterio. Vientos de gran proporción, tormentas de arena, magnetismo y capas de hielo gruesas en el lago eran las ideas que rodeaban a este “enigma rocoso”.
Es así que un grupo de investigadores decidió en el año 2011 poner sus propias rocas con sistema GPS integrado para determinar con precisión las condiciones que necesitaban estas formaciones minerales para desplazarse dentro del valle.
Tuvieron que pasar poco más de dos años para descubrir lo que estas rocas necesitan para moverse en el Valle de la Muerte.
Los científicos determinaron que las rocas se mueven bajo condiciones muy caprichosas. Primero, el área tiene que estar inundada con agua de lluvia que cae desde las montañas que rodean el valle con la profundidad suficiente pero sin cubrir totalmente las rocas. En la noche las temperaturas bajan hasta provocar la formación de “ventanas de hielo” delgadas que se mueven libremente pero mantienen firmeza. En días soleados el hielo empieza a derretirse y a quebrarse en grandes porciones. Solamente un viento ligero se necesita para mover estos paneles helados que, a su vez, arrastran a las mismas piedras. Cuando el lago se seca totalmente, el rastro de las rocas resalta en la vastedad del valle.
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Estas condiciones se dan muy rara vez en dicho lugar por lo que el Dr. Richard Norris se mostró entusiasmado por el hecho:
Esperábamos que esto iba a tardar entre 5 y 10 años para mostrar algún movimiento pero solamente fueron dos años para realizar el proyecto […] Se cree que el último movimiento tuvo lugar en el año 2006, por lo que las rocas se mueven en una millonésima del tiempo de observación.
Ralph Lorenz, uno de los científicos de este proyecto, etiquetó a la investigación como “el experimento más aburrido de la historia”. Aun así, este hallazgo acabó de una buena vez con los relatos seudocientíficos que daban orígenes no terrestres a este fenómeno.