Política

Policía de Ferguson evalúa que oficiales porten cámaras que registren su comportamiento

La experiencia de otras ciudades es que la policía, y los ciudadanos, se comportan mejor si saben que están siendo grabados.

En Ferguson, Missouri, Estados Unidos, se está realizando una serie de protestas desde hace bastantes días luego de que un policía blanco baleó y asesinó a un joven negro desarmado en circunstancias bastante poco claras, pues por ejemplo la víctima tiene un agujero de bala en la parte superior de su cabeza pese a que medía 1,93 metros.

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Dada la enorme crisis causada por la policía de Ferguson, las autoridades de la ciudad están explorando realizar grandes cambios a su fuerza policial, donde no se descarta la posibilidad de que los oficiales de policía porten cámaras en su ropa para que todos sus actos (y los de las personas con quienes interactúen) queden debidamente registrados.

En la localidad de Rialto, California, toda la policía porta de estos tipos de cámaras, y gracias a eso, en un año la ciudad vio cómo disminuyó en un 60% el uso de fuerza bruta por parte de la policía, y las quejas de los ciudadanos en un 88%.

Según el jefe de la policía de Rialto:

Cuando hablas de instalar una cámara en alguien, la naturaleza humana dicta que vas a pensar dos veces lo que harás y buscarás comportarte mejor. Al mismo tiempo, también impacta a los ciudadanos. Si saben que portas una cámara, también buscan comportarse mejor.

Esta idea, de que si todos aceptamos la existencia de cámaras de vigilancia apuntando a la vía pública, también debemos exigir la instalación de cámaras que vigilen el comportamiento de las autoridades, en especial de la policía, tiene bastantes años de antigüedad.

Por ejemplo, en 1996 el escritor de ciencia ficción David Brin postuló en un artículo de Wired (que posteriormente expandió en el libro ‘La Sociedad Transparente‘) que dada la inevitable erosión de nuestra privacidad gracias a nuevas tecnologías como cámaras de video cada vez más y más pequeñas y económicas, lo mejor era aceptar el hecho: permitir la instalación de más y más cámaras de vigilancia en la vía pública, y —esto es lo más importante— permitir también que toda la ciudadanía pueda acceder a todas estas cámaras de vigilancia, las que deberán encontrarse, por sobre todo, en los cuarteles de policía para que así todos nos vigilemos mutuamente en vez de un “Gran Hermano”, o como dice Brin, un panóptico inverso.

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