Uno de los medios que colaboró con Edward Snowden para revelar las conductas de vigilancia masiva del gobierno de Estados Unidos fue el diario británico The guardian. En particular, el periodista Glenn Greenwald fue uno de los actores clave, al contactar directamente con el ex analista de la NSA.
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El torbellino desatado alrededor de Snowden, Greenwald y The guardian alcanzó dimensiones preocupantes cuando el diario se vio forzado a destruir los documentos de la NSA que aún tenía en su poder, almacenados en medios electrónicos. Las autoridades británicas intentaron justificar la decisión alegando que buscaban prevenir que China o Rusia hackearan las redes del diario.
Sin embargo, una nueva investigación de la agencia AP muestra la complicidad del entonces director de la NSA, Keith Alexander. A través de correos electrónicos, obtenidos por la agencia gracias a la legislación de libertad de información, es posible descubrir que las autoridades estadounidenses no solo estuvieron al tanto, sino que se alegraron con la decisión:
De: Ledgett Richard H Jr NSA-D USA CIV
Para: Alexander Keith B GEN NSA-D USA USA
Asunto: Datos del Guardian siendo destruidos
(…)
Buenas noticias, por lo menos en este frente.
En aquél momento, las autoridades estadounidenses alegaron no tener injerencia en esa decisión. Incluso el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, sostuvo que no podía dar una opinión debido a que no tenía una noción completa de los hechos. Incluso aseguró que ese tipo de acciones no ocurrirían en Estados Unidos:
Es difícil evaluar la pertinencia de lo que hicieron con base en un conocimiento incompleto de lo que sucedió. Es muy difícil imaginar un escenario en el que esas acciones serían apropiadas
Ante la investigación revelada por AP, un portavoz del diario The guardian señaló que la organización se encuentra decepcionada al descubrir el intercambio “trasatlántico” de información al más alto nivel de gobierno. Al mismo tiempo criticó el doble discurso de las autoridades estadounidenses:
Lo que es posiblemente más preocupante es que esta divulgación de mensajes de correo parece contradecir los comentarios de la Casa Blanca acerca de estos eventos del año pasado, cuando cuestionó la conveniencia de la intervención del gobierno del Reino Unido.
Una vez más, el aspecto positivo es que la información fue obtenida gracias a la legislación vigente en Estados Unidos y no fue necesaria la intervención de un revelador de secretos. De esta forma es posible espera que la cultura de la transparencia provoque de manera gradual que disminuyan los abusos de las agencias gubernamentales.