Uno de los mayores problemas de las grandes ciudades es la contaminación. Gran parte el problema tiene que ver con el gran número de automóviles que existen. La emisión de CO2 de los vehículos ayuda a generar capas de contaminación que se quedan en la atmósfera, y provoca que ciudades como París tengan que parar el tráfico de la mitad de sus automóviles.
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Los coches eléctricos son una solución ante este problema. No obstante, permanecen los problemas de congestión. ¿Cuántas personas se mueven en su propio vehículo generando atascos y una emisión de gases contaminantes de forma “irresponsable”?
Una de las soluciones más usadas para lograr que las ciudades se descongestionen es el compartir automóvil, ya sea con compañeros de trabajo o con gente que trabaja en la misma zona. Es una forma en la que cuatro automóviles emitiendo gases y congestionando una ciudad se conviertan en uno, siempre y cuando el transporte público no sea una opción.
Durante los últimos años hemos visto nuevos servicios que permiten que personas que quieran compartir auto sea más sencillo. Incluso servicios de vehículos con conductor como Uber han lanzado una versión para compartir automóvil. Los más importantes, sobre todo en EE.UU. son UberX, Sidecar o Lyft.
Estos automóviles los conducen sus dueños y registrándose con las diferentes aplicaciones pueden llevar a gente de un punto a otro. Sí, como un taxi.
Seattle ha decidido que estos servicios deben estar regulados ante las acusaciones de asociaciones ante una práctica ilegal y desleal. Esto ha provocado un serio problema para estos servicios, ya que tan solo podrán tener 150 coches asociados a las empresas. Si por ejemplo UberX tiene 151 coches asociados en Seattle, el servicio es automáticamente ilegal.
Algo similar está empezando a pasar en España. El servicio Blablacar permite que diferentes personas compartan automóvil para ir de un punto a otro, sobre todo en viajes o trayectos algo más largos de lo normal, como ir de una ciudad a otra, o de un barrio de la periferia al centro.
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Este servicio esta en la mira de las empresas de transporte, que la consideran ilegal y que debe cerrarse.
Es simple, estas empresas no tienen trabajadores ni conductores a los que pagar un salario, es cada persona de forma personal quien recibe el dinero de las personas a las que está transportando. No hay pagos de impuestos, pero sí que hay una competencia directa.
De los impuestos, la competencia y guerra de precios
Este es el problema: Si un sindicato de (por ejemplo) taxistas tiene que pasar un examen, pagar una licencia y además estar atado a unas leyes que no les permite trabajar ciertas horas o ciertos días de la semana, ¿por qué alguien que se baja una aplicación en su móvil sí puede?
¿Es un negocio desleal a los servicios de transporte? Bajo la ley actual, son servicios que podrían ser ilegales, pero demonios, son mil veces más cómodos y baratos que un taxi o un bus, y esa es la clave.
Por ejemplo, usando Blablacar, un transporte desde Madrid a otra ciudad como Segovia, una ruta de unos 90 kilómetros y más de una hora, el precio es de unos 5€ por persona. Un bus de línea cuesta unos 8€ y te deja en una estación o en algún punto en concreto, mientras que el conductor con el que contactas mediante uno de estos servicios te puede dejar en la calle exacta que quieres.
El gran problema es que servicios que gracias a internet o a las aplicaciones móviles que solucionan problemas frecuentes de una forma más sencilla que los servicios establecidos se ven atacados.
Durante décadas ha sido más fácil descargar series o películas de internet que alquilarlas o comprarlas, lo mismo con la música. El transporte será algo similar, descentralizado mientras existan otras opciones que para la gente le resulte más cómodo y barato.
Link: Geekwire
Fotos (CC) Spiros Vathis, Jason Tester