De acuerdo con una investigación del diario alemán Der Spiegel -basada en los documentos revelados por Edward Snowden-, existen pruebas de que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) espió a la Secretaría de Seguridad Pública de México dentro de la operación conocida como White Tamale (Tamal Blanco).
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White Tamale se hizo célebre en octubre de 2013 cuando el mismo diario publicó que la NSA espiaba el correo electrónico del presidente Felipe Calderón. Este operativo se llevaba a cabo a través de una oficina especializada en este tipo de operaciones (Oficina de Operaciones de Accesos a Medida; TAO, por sus siglas en inglés). También se hizo público que esta intervención de comunicaciones se hacía mediante la intercepción de dispositivos -computadoras portátiles o teléfonos móviles-, a los cuales se les cargaba con software de espionaje.
La última pieza de Der Spiegel, fechada al 29 de diciembre de 2013, revela que la NSA vigiló las actividades de la Secretaría de Seguridad Pública (hoy en día, Comisión Nacional de Seguridad, bajo la Secretaría de Gobernación). En una primera instancia, obtuvieron acceso a las cuentas de correo de diferentes oficiales de la secretaría y, posteriormente, se infiltraron en servidores y dispositivos para grabar y transmitir datos desde la dependencia.
De acuerdo con el documento filtrado, la Secretaría de Seguridad Pública era considerada por la NSA como “una mina de oro”.
¿Quién espía a quién?
Para Der Spiegel, el espionaje de la NSA al SSP obedecía a una necesidad de “saber todo acerca del narcotráfico, la trata de personas y la frontera México-Estados Unidos”, temas cruciales en la agenda bilateral mexicana durante la administración pasada. Pero es probable que se hallan topado con más que eso.
El espionaje a la Secretaria de Seguridad Pública se dio, principalmente, durante el sexenio de Felipe Calderón, caracterizado por el combate frontal a la delincuencia organizada y al narcotráfico. Durante esta etapa, la SSP se convirtió en una de las secretarías con mayor influencia política y con una participación constante con Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida.
A través de la Iniciativa Mérida, México -específicamente, la SSP- recibió el Sistema Técnico de Vigilancia, un equipo que le permitía a la dependencia federal hacer una intervención puntual de las telecomunicaciones.
El equipo es capaz, entre otras cosas, de interceptar comunicaciones en protocolos TDMA, CDMA, GSM, IDEN, AMPS y PCS; interceptar y descifrar SMS; monitorear y grabar llamadas de voz o bajo protocolo VoIP; y almacenar hasta 25 mil horas de voz con metadatos (fecha, hora, duración, número entrante y saliente). Existen sospechas justificadas en documentos filtrados de Stratfor por WikiLeaks que este sistema se utilizó para espiar a disidentes y activistas, más que para vigilar a criminales.
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Así mismo, la SSP también se ha visto envuelta en el escándalo de FinFisher en México. En julio de 2013, se detectó la presencia de FinFisher, un software de espionaje vendido a gobiernos, dentro de dos redes de telecomunicaciones en el país (Iusacell y Uninet).
Investigaciones posteriores señalaron que el software fue vendido a la Procuraduría General de la República (PGR) a través de la empresa Obses de México. También se reveló que la Secretaría de Seguridad Pública dio 37 contratos a Obses de México entre los años 2007 y 2012. Al igual que con el Sistema Técnico de Vigilancia, la sospecha es que FinFisher ha sido empleado para monitorear activistas. A octubre de 2013, el programa seguía activo en las redes de comunicación mexicanas.
Una reacción tibia
La reacción mexicana a las revelaciones de Edward Snowden pueden calificarse de tibias. Mientras que la canciller Angela Merkel ha reclamado personalmente al presidente Obama por las sospechas de espionaje o la presidente Dilma Rousseff incluso dio un airado discurso al respecto ante Naciones Unidas, la política mexicana ha sido la del silencio, a pesar del espionaje tanto al presidente Calderón como al entonces candidato (y hoy, mandatario de México) Enrique Peña Nieto.
En el caso de Peña, la NSA interceptó más de 85 mil mensajes de texto provenientes del actual presidente mexicano. El servicio diplomático siguió la vía más discreta para pedir explicaciones, sin que se sepa hasta el momento el resultado de las pesquisas. Cuando se reveló que las embajadas y consulados de EE.UU en México (Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey y Hermosillo) también servían como centros de recolección de datos, tampoco hubo aspavientos del gobierno mexicano.
A más de una semana de la última revelación de Der Spiegel (y a pesar de haber sido reproducido el tema por medios mexicanos), de nuevo reluce el silencio gubernamental ante la problemática. Si la NSA ha espiado al presidente de México y sus organismos federales, parece no generar un inconveniente (al menos, público) para la administración actual, contraria a la preocupación expresada por otros mandatarios.
Mientras, sólo resta preguntarnos: ¿qué otras cloacas destaparan los documentos filtrados por Snowden en 2014?
Link: Inside TAO: Documents Reveal Top NSA Hacking Unit (Der Spiegel)