Querer tener el último gadget del momento, comprar una nueva computadora, adquirir un dispositivo que sea por necesidad o gusto son acciones típicas y comunes en nuestro día a día actual. Pero, ¿Qué sucede con “lo viejo”? ¿Dónde para lo que desechamos? ¿Cuáles son sus posibles consecuencias? ¿Qué tan culpables somos de la acumulación de chatarra electrónica?
PUBLICIDAD
Preguntas e incógnitas que podrían multiplicarse hacia el infinito y más allá. En esta ocasión queremos mostrarles qué son los desechos tecnológicos, sus causas y consecuencias tanto a presente y a futuro. Y, lo más importante de todo, que sea un motivo de reflexión personal para cada uno sobre nuestros hábitos y comportamientos.
Contaminación
Según Wikipedia, se define como chatarra electrónica, desechos electrónicos o basura tecnológica (e-waste o WEEE, en inglés), a todo dispositivo alimentado por la energía eléctrica cuya vida útil haya culminado (según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
De modo complementario, se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio, de modo tal que tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
A nivel mundial se producen 50 millones de toneladas de desechos electrónicos por año. Según estimaciones, cada habitante del planeta produce, en promedio, 3 a 3,5 kg de chatarra tecnológica por día. O, si quieren hacerlo un poco más diferenciado; en Argentina cada persona ocasiona 2,5 Kg de este tipo de basura por día. En Estados Unidos son 15 kg cada habitante, y en Europa 20 kg; por solo nombrar algunos ejemplos.
Esto no es algo que afecta a algunos pocos, sino es una situación a nivel mundial. Mientras los aparatos están en funcionamiento no presentan ningún tipo de riesgo, salvo el dióxido de carbono que puedan producir; pero al ser desechados en basurales comunes, estos artefactos reaccionan con el agua y la materia orgánica liberando tóxicos al suelo y a las fuentes de aguas subterráneas. Y ahí es cuando la contaminación se torna más seria.
(cc) Rich Anderson / Flickr
PUBLICIDAD
Profesionales de la salud detallan los problemas que suponen para el organismo materiales como el plomo (perturbaciones en la biosíntesis de la hemoglobina y anemia, incremento de la presión sanguínea, daño a los riñones, abortos, perturbaciones del sistema nervioso y disminución de la fertilidad del hombre), el arsénico (que resulta letal), el selenio (desde sarpullido e inflamación de la piel hasta dolores agudos), el cadmio (diarrea, dolor de estómago y vómito severo, fractura de huesos, daños al sistema nervioso, e incluso puede provocar cáncer), el cromo (erupciones cutáneas, malestar de estómago, úlcera, daños en riñones e hígado y cáncer de pulmón), el níquel (afecta los pulmones, provoca abortos espontáneos).
Uno de los dispositivos que más preocupa a ambientalistas son los teléfonos celulares, los cuales contienen en sus baterías componentes altamente tóxicos como: el litio, el níquel o el cadmio.
Soluciones
Ahora bien, ¿Se puede hacer algo para frenar y dar una solución a esto? Querer tener algo concreto de un día para el otro es extremadamente difícil – para no decir imposible – no obstante, desde hace algunos años se viene tomando conciencia y algún que otro tipo de acción al respecto.
Un acercamiento ha sido a través de las leyes. Por ejemplo en la India en 2011 se aprobó una Ley de Basura Electrónica que responsabiliza a las empresas de hacerse cargo de todo el ciclo de vida de los productos electrónicos, desde el diseño hasta su reciclaje una vez que deja de funcionar.
Otra alternativa ha sido pensar y favorecer dispositivos reutilizables. Recientemente Google y Motorola presentaron el “Proyecto Ara“, un smartphone modular en el que se pueden reemplazar piezas. De este modo podrías actualizar la batería o el procesador del equipo sin tener que desechar todo el dispositivo.
Si la idea toma vuelo, podría plantear una alternativa para las millones de personas que usan gadgets a diario para trabajar y desarrollar sus actividades. La gente adquiere productos diariamente y remplaza a otros. ¿Se puede salir de este círculo? Por lo escrito hasta aquí, no se ve escapatoria. Y los estudios y estadísticas tampoco son tan optimistas.
Lo más importante es comenzar a tomar conciencia por parte de cada uno de nosotros. Si uno no hace nada por el lugar en el que vive, muy difícilmente otros lo hagan.
Un documental para terminar
[vimeo]http://vimeo.com/23524617[/vimeo]
En la web, tiempo atrás, circulaba de forma abundante un video llamado Obsolescencia Programada, o también conocido como Comprar, Tirar, Comprar. La verdad que desde hace mucho no lo podía volver a encontrar de forma entera. En todos los casos, aparece un cartel que fue retirado por problemas de derecho de autor. En fin, después de tanto buscar e intentar, pude ubicarlo en algún que otro sitio.
Creemos que una buena forma de terminar este post es con un documental sobre ello. El video en sí es muy recomendable, de principio a fin. No solo refuerza algunas de las cosas escritas hasta ahora, sino que muestra casos prácticos, datos y opiniones de expertos y demás personas alrededor del mundo.
Link: Greenpeace