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Si no hubiese globos, los cumpleaños serían más aburridos y menos decorados. No tendríamos películas como Up! y tampoco habría bombitas de agua, lo que sería una real lástima. Los globos tal como los conocemos no aparecieron de la noche a la mañana, y requirió bastante tiempo para que llegáramos a los que tenemos hoy en día.
Aunque uno pudiera creer que los globos de goma se derivaron de los globos aerostáticos, lo cierto es que en realidad hay registros de la existencia de “globos” desde tiempos ancestrales, hechos de vejigas animales infladas. Y si, suena asqueroso pero los niños de las cavernas (y posteriores) jugaban con eso.
El crédito por el primer globo de goma lo tiene en realidad el químico y físico británico Michael Faraday, quien es más conocido por sus aportes al estudio de la electroquímica y el electromagnetismo.
Faraday estaba experimentando con gases en la Royal Institution de Londres en 1824, y requería para sus pruebas algún contenedor que mantuviera el gas. Así, se le ocurrió hacer una bolsa con un material sudamericano conocido como caucho o látex. Recortó dos círculos de láminas de caucho, presionó los bordes para que se pegaran, y cubrió el interior de harina, para que no se adhiriera entero.
“El caucho es muy elástico. Las bolsas hechas con él se expanden cuando se fuerza aire dentro de ellas, hasta que se vuelve muy transparente. Cuando eran expandidas por hidrógeno se volvían tan livianas que formaron bolas con considerable poder ascendente”, escribió Faraday en el Quarterly Journal of Science de 1824.
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El caucho en esos años se conseguía del árbol de caucho (Hevea brasiliensis), que emite una savia que al contacto con el aire se solidifica en una sustancia elástica conocida como caucho o látex. El caucho natural ya había sido usado por indígenas en sudamérica para distintas funciones, incluyendo la de hacer una pelota para jugar, pero en Europa todavía no se inventaban algunas cosas que detonarían el éxito de la goma, como la vulcanización (descubierta por Charles Goodyear en 1839) y la invención de los neumáticos (en 1887 por John Dunlop). Después incluso (durante la Segunda Guerra Mundial) se creó el caucho sintético.
La idea de formar estas “bolsas” de caucho se volvió más o menos popular un año después, cuando comenzó a venderse un “kit” para fabricar tu propio globo. La idea era de Thomas Hancock, un vendedor de goma, que comercializaba un paquete con una botella de látex líquido y una jeringa de condensación, que permitía crear un globo.
En los años siguientes se hicieron algunas mejoras, como la creación de globos vulcanizados, que resistían mejor los cambios de temperatura. La vulcanización consiste en calentar el caucho crudo en una solución con azufre, lo que impermeabiliza el látex y lo vuelve más resistente. El inglés J.G. Ingram fue quien comenzó a fabricar estos globos en 1847. En esos tiempos los globos no eran redondos, sino que tenían forma de cilindro, y se usaban más que nada para publicidad y grandes fiestas.
El hombre de los globos
No fue sino hasta la década de 1930 que el globo daría un gran salto. Neil Tillotson era un investigador en Hood Rubber Company, una fábrica que hacía neumáticos y suelas de zapatos de goma. Sin embargo, la crisis financiera de 1929 hizo que la empresa suspendiera sus operaciones en 1931, cerrando sus puertas y despidiendo a cientos de trabajadores.
Tillotson se encontró en este grupo de cesantes. Para empeorar las cosas, su suegro y su hermano también habían perdido sus respectivos empleos.
Tillotson empezó entonces a trabajar en su propio laboratorio, montado en el ático de su casa, tratando de inventar algo que le permitiera iniciar su propio negocio. El problema era que Tillotson era un experto en goma, y hacer neumáticos como los que fabricaba Goodyear requería maquinaria cara, muchos materiales y mano de obra. Tillotson decidió entonces investigar un campo diferente: el látex líquido.
No requería calor, ni máquinas para moldear, sólo una brocha y un bowl donde ponerlo. Tillotson tenía la idea de fabricar algo con eso, que fuera barato y requiriera pocos moldes, aunque no sabía todavía muy bien qué.
Tillotson había tenido un poco de experiencia con el látex mientras trabajaba en Hood Rubber, y pudo llevarse algo del material a su casa cuando la fábrica cerró. Su primera idea fue crear las cámaras inflables que en ese entonces iban dentro de los neumáticos de los autos, y que hasta hoy se usan en las bicicletas. Sin embargo, el látex no era lo suficientemente resistente como la goma que se usa para este fin, y no duraba lo suficiente.
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Un poco frustrado, Tillotson se puso a probar algo que quizás podía ser divertido, aunque no muy útil. Cortó un pedazo de cartón con forma de cabeza de gato (con orejitas) y hundió el cartón en el látex. Después de que se secó, Tillotson lo cubrió de talco para evitar que el látex se pegara consigo mismo. Después, retiró el cartón, y consiguió un pedazo de plástico con forma de cabeza de gato. Decidió inflar el asunto con la boca a través del agujero que quedaba en la parte de abajo, hasta que el látex estaba tirante. Y lo que consiguió fue un globo con orejas de gato.
Tillotson amarró el globo y le pintó una cara de gato al frente. Luego se lo mostró a su familia, y la reacción que tuvieron sus familiares lo convenció de que esto podría ser algo exitoso. Así que se abocó a trabajar en crear varios moldes de cabezas de gato, y puso a trabajar a su hermano y su suegro en sumergir los cartones en el latex, creando muchos globos. Después de pintar 2.000 caras de gato, los vendió a una empresa de novedades llamada C. Decieco & Son, quienes llenaron los globos con helio para venderlos en un desfile en la ciudad de Lexington.
Tillotson asistió al desfile para ver cómo era recibido el producto, y vio algo que lo convenció: una niña tomó uno de los globos y le dio un besito a la cara de gato.
Tillotson invirtió todo su dinero (US$720) en látex y fundó la Tillotson Rubber Company, que para fines de 1931 había vendido 5 millones de globos con cara de gato, generando ventas por US$85.000 pese a la crisis económica que azotaba a Estados Unidos ese año.
El éxito de Tillotson motivó a otras empresas a fabricar globos. En su fábrica, sin embargo, se inventó más adelante una máquina que permitía expender látex a alta velocidad, automatizando la producción. Después (en la década de 1960) inventaron también los guantes de látex que usan los médicos. La Tillotson Rubber Company todavía existe hoy, y el método de fabricación de globos de látex se mantiene más o menos igual hasta ahora.