Hoy en el día de la mujer vale la pena recordar a aquellas que han hecho grandes contribuciones a la ciencia, a veces sin ser reconocidas. En tiempos antiguos, muchas no tenían la posibilidad ni de aprender a leer ni a sumar, mucho menos ir a la universidad, con lo que se hacía mucho más complicado a las mujeres entrar a la ciencia.
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Sin embargo, algunas lograron destacarse pese a los obstáculos y han servido de inspiración y base a las ciencias actuales. Aquí, destacamos a algunas que han sentado bases científicas para el futuro, aunque les recordamos también que no son las únicas y hay muchas más que no alcanzamos a nombrar.
Actualización: Agregué tres mujeres más para que sean 10. De todas maneras, faltará gente porque hay muchas mujeres científicas.
Hipatia de Alejandría (nacida entre 355 a 370 – 415)
Fue una académica griega que provenía de Alejandría, Egipto, y una de las primeras mujeres notables en matemáticas, astronomía y filosofía. Entre sus trabajos hay comentarios a varios escritos de Ptolomeo, Diofando y Euclides, se dice que hizo mapas astronómicos y que inventó el hidrómetro, usado para determinar la densidad y gravedad de un líquido. Muchas familias influyentes enviaban a sus hijos a estudiar con Hipatia específicamente.
Hipatia fue asesinada violentamente por cristianos que la acusaron de causar “agitación religiosa”, aunque muchos afirman que su muerte se debió a un conflicto político entre el prefecto Orestes y el obispo Cirilo en Alejandría.
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Sophie Germain (1776 – 1831)
Fue una matemática, física y filósofa francesa. Fue una de las pioneras en la teoría de la elasticidad, y su trabajo respecto al último teorema de Fermat (también llamado el “teorema de Sophie Germain“) entregó las bases para matemáticos que exploraron el tema cientos de años después. Debido a que era mujer, nunca pudo desarrollarse como académica en las matemáticas, de modo que trabajó independientemente siempre.
Ada Lovelace (1815 – 1852)
Considerada la primera programadora computacional del mundo, creó el primer algoritmo para ser procesado en una máquina – la “máquina analítica” desarrollada por el matemático Charles Babbage en 1837.
Aunque Babbage nunca construyó su máquina, las notas y el algoritmo de Lovelace, que se crearon para ser usados en ella, son importantes en el desarrollo inicial de los computadores. Ella también previó la capacidad de los computadores de ir más allá de meros cálculos y sumas de números, mientras otros – como el mismo Babbage – se centraban exclusivamente en estas capacidades.
Marie Curie (1867 – 1934)
Probablemente la mujer científica más famosa, Marie Curie fue una física polaca que fue pionera en el estudio la radioactividad. Ganó dos premios Nobel (de física y química), siendo la primera mujer en recibir uno de estos premios, y se convirtió también en la primera académica mujer de la Universidad de París.
Marie Curie trabajó junto a su marido Pierre en aislar polonio y radio (descubriendo la existencia de ambos elementos), e investigar la radiación, siendo los primeros en usar el término “radioactividad”. Marie supuso que la radiación no era producto de la interacción de las moléculas, sino que provenía del átomo mismo, lo que se considera su mayor descubrimiento.
Lisa Meitner (1878 – 1968)
Fue una física austriaca que descubrió la fisión nuclear, hito por el cual su colega Otto Hahn recibió el premio Nobel en 1944, en un polémico caso que se cita como uno de los mayores ejemplos de cómo el comité del Nobel ha ignorado a las mujeres. Meitner trabajó durante muchos años con Hahn, quien era químico, y juntos descubrieron una serie de nuevos isotopos.
Meitner reconoció que al bombardear uranio con neutrones existía la posibilidad de una reacción en cadena de enorme potencial explosivo. Su informe tuvo un gran efecto en la comunidad científica, debido a que este conocimiento podría ser usado en una bomba, y a que estaba en manos alemanas en plena época de guerra mundial (1939).
Los científicos Leó Szilárd, Edward Teller y Eugene Wigner convencieron a Albert Einstein de escribirle al presidente Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos una advertencia al respecto, lo que derivó en el llamado “proyecto Manhattan”, que terminó en el desarrollo de la primera bomba nuclear. Meitner, que fue invitada a participar, rechazó trabajar en el proyecto, declarando no querer estar involucrada en nada que tuviese que ver con bombas, y lamentó que se hubiese desarrollado una después de ver lo que ocurrió en Hiroshima. Meitner hizo clases en universidades alemanas y luego en Suecia.
Barbara McClintok (1902 – 1992)
Fue una científica especializada en citogenética. McClintock estudió los cromosomas del maíz y cómo cambian durante la reproducción. En el proceso, desarrolló una técnica para visualizar los cromosomas del maíz y usó análisis microscópico para demostrar ideas genéticas fundamentales, incluyendo la recombinación genética durante la meiosis. Produjo el primer mapa genético del maíz, relacionando regiones de cromosomas con rasgos físicos.
Entre los 40’s y 50’s, McClintock descubrió la transposición de elementos del genoma y demostró cómo los genes son responsables de hacer que ciertas características genéticas se activen o no. Desarrolló algunas teorías para explicar por qué algunas características presentes en la información genética son reprimidas mientras otras se expresan en unas y otras generaciones de plantas de maíz. Sus ideas encontraron escepticismo de parte de otros investigadores, lo que la llevó a dejar de publicar sus informes en 1953.
McClintock hizo luego un extensivo estudio de citogenética y etnobotánica de razas de maíz en Sudamérica. Su trabajo sólo fue bien entendido en los 60’s y 70’s, cuando los científicos pudieron demostrar los mecanismos del cambio genético y la regulación genética que ella ya había descubierto con sus investigaciones dos décadas antes.
McClintock ganó el Nobel de Medicina en 1983 por el descubrimiento de la transposición genética, siendo la única mujer en recibir el premio en esta área sin compartirlo con nadie más.
Grace Hopper (1906 – 1992)
Fue una ingeniera en computación estadounidense, doctorada en matemáticas en Yale, y oficial de la marina de ese país. Fue la primera desarrolladora de un compilador para un lenguaje computacional. Conceptualizó la idea de tener lenguajes computacionales que fueran independientes de las máquinas (o sea, que un lenguaje se pudiera usar en múltiples equipos), lo que llevó al desarrollo de COBOL, uno de los primeros lenguajes de programación modernos. Hopper es considerada así la “madre de COBOL”.
También se le atribuye haber popularizado el término “debugging” para arreglar computadores, ya que cuando trabajaba en Harvard en 1947 debió remover una polilla que se había atascado en el computador, “des-bichándolo”.
La marina llamó a un barco “USS Hopper” en su honor.
Rosalind Franklin (1920 – 1958)
Fue una biofísica y cristalografiadora inglesa, que colaboró de forma importante en el conocimiento de las estructuras moleculares del carbón y el grafito, además del ADN, ARN y los virus. Su trabajo respecto al ADN es el más famoso debido al rol que éste juega en el metabolismo de las células y la genética. El descubrimiento de su estructura ayudó a los científicos a entender cómo se traspasa la información genética de padres a hijos.
Usando una técnica llamada “difracción de rayos X”, Franklin obtuvo resultados que le permitieron descubrir que la molécula de ADN consiste de una doble hélice de átomos. Este descubrimiento está rodeado de controversia. Franklin obtuvo la imagen de una molécula de ADN, pero uno de sus colegas en King’s College, Maurice Wilkins, fue y se la mostró a los científicos James Watson y Francis Crick sin su conocimiento ni permiso. La imagen permitió que Watson y Crick construyeran un modelo del ADN y entender la estructura de la molécula.
Wilkins, Crick y Watson recibieron el premio Nobel por este descubrimiento en conjunto en 1962, algunos años después de la muerte de Franklin (los Nobel no permiten premios póstumos, de modo que su trabajo tampoco podría haber sido reconocido de esta manera). De todos modos, la relación entre Rosalind y sus colegas era reconocidamente hostil, y diversas biografías señalan que su trabajo nunca fue merecidamente reconocido por sus pares mientras ella vivía.
Jane Goodall (1934)
Es una primatóloga considerada la mayor experta en chimpancés del mundo. Goodall estudió durante 45 años las interacciones sociales y familiares de esta raza en un parque nacional en Tanzania. Fue una de las primeras personas en notar que los chimpancés tienen personalidades individuales, y que son capaces de pensamiento racional y de sentir emociones como alegría y tristeza, algo impensado en su tiempo. Creó un instituto para mantener la investigación y la conservación de estos animales en África, y ha abogado por la protección de los mismos y del medioambiente. Ha recibido una serie de galardones por su trabajo humanitario y ecológico, y fue nombrada “mensajera de paz” por la ONU.
Jocelyn Bell Burnell (1943)
Es una astrofísica irlandesa que descubrió las primeras señales de radio púlsar, junto a su supervisor de tésis, Anton Hewish.
Hewish recibiría en 1974 el premio Nobel en física por este descubrimiento junto con Martin Ryle, quien desarrolló los telescopios de radio. El hecho de que se exluyera a Bell, pese a que fue ella quien hizo el descubrimiento, y que tuvo que insistirle a Hewish de que se trataba de algo importante (el científico atribuía la extraña señal a interferencia), causó nuevamente controversia en los Nobel.
Bell estudió física en la Universidad de Glasgow y se doctoró en la Universidad de Cambridge en 1969. Participó en la construcción de un telescopio de radio para estudiar quásars, que habían sido descubiertos hace poco en ese entonces. En 1967, descubrió una cosa rara en lo que recibían con el telescopio. Se trataba de una señales que pulsaban con gran regularidad, a un ritmo de un pulso por segundo. Al principio lo llamaron “hombrecillo verde 1“, al creerse que podría tratarse de señales extraterrestres. Años después el origen del pulso fue identificado como una estrella de neutrones que giraba a gran velocidad.
Pese a no recibir el Nobel, Bell recibió varios galardones de distintas instituciones astronómicas, y el título de “dama” por parte de la Reina Isabel II. Hasta el año pasado, Bell se desempeñó como presidenta del Instituto de Física de Inglaterra.
Saludamos además a todas las mujeres que participan en la ciencia hoy, las que estudian y trabajan en ella, a las que les interesa leerla y a los hombres que trabajan con ellas sin prejuicios también.