Hace dos meses la FTC (Federal Trade Commision) publicó un documento llamando a los grandes actores de los medios y la internet a debatir y hacer sus comentarios sobre la necesidad de un «neoperiodismo», un marco legal para encuadrar a la prensa en la era Internet. En ese documento, se planteaba además la gravedad de la situación que aqueja a la prensa escrita, que ha visto disminuir la publicidad impresa y no logra financiarse con publicidad online. Entre las soluciones, se proponía una nueva legislación hecha a la medida de los diarios en desmedro de los buscadores, agregadores y los internautas en general.
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Google se tomó su tiempo para responder, pero hay que admitir que elaboró una postura sólida, bien argumentada y que definitivamente no concede ni un milímetro a la postura de los diarios y su idea de una ley a la medida de la prensa escrita.
En primer lugar, vale la pena echarle una mirada al documento publicado en mayo por la FTC. Primero, plantea la necesidad de cambiar el ecosistema sobre el cual funciona el periodismo generando un neoperiodismo, pero en realidad es sólo una manera de abogar por acomodar las leyes para proteger a la prensa escrita, que es apenas un aspecto del periodismo. Por otro lado, sugiere modificar la regulación respecto a la propiedad intelectual, sosteniendo que las leyes actuales permiten que terceros (buscadores, agregadores) sindiquen contenido o citen contenido en forma parásita sin pagar por ello (típico argumento de Rupert Murdoch) y por tanto ganando dinero a costa de los diarios que apenas subsisten. Para rematar, plantea la posibilidad de que se grave a los ISP con un impuesto por usuario que el Estado a su vez distribuya entre los medios de prensa. Por supuesto que los ISP traspasarían este costo a los planes de internet, así que es una manera de obligar a todos a pagar, aunque jamás hayan leído un diario online.
En su respuesta, Google sencillamente destruye todos los argumentos de la FTC sosteniendo que la prensa escrita disfrutó durante demasiado tiempo de un monopolio natural y una escasez artificial que hacía subir los precios de la publicidad produciendo rentabilidades antinaturales a costa de los avisadores. Ahora que la internet ha introducido una abundancia de «vitrinas» virtualmente infinita, los precios tienden al equilibrio en donde el valor que la publicidad online le genera a una empresa equipara lo que la empresa está dispuesta a pagar.
Señalan además que, cuando nació la radio a principios del siglo XX se dijo que iba a destruir a la prensa escrita. Cuando nació la TV, misma cosa. Ahora que existe la internet, la prensa escrita vuelve a sus argumentos apocalípticos que ya tienen un siglo de antigüedad, en la esperanza de que las autoridades acomoden las leyes para mantener un monopolio que en primer lugar nunca debió darse.
Ciertamente, para nadie es un secreto que la prensa escrita vive tiempos difíciles, que han tenido que despedir gente, que han tenido que reducir el tiraje impreso, y que lo recaudado via publicidad online es una fracción minoritaria de lo que realmente venden. La internet constituye un desafío y una oportunidad para todos los medios en la medida en que sepan renovarse y entender el valor de su modelo de negocios: en una coyuntura tal hay que renovarse o morir. Ese renovarse no pasa por levantar muros de pago para rentabilizar la edición online de los periódicos, sino por inventar manera mediante las cuales la versión web de un no sea una simple copia de la edición en papel sino un canal que agregue valor por sí mismo.
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Cuando surgió la radio la prensa ganó maneras de comunicar la noticia que eran impracticables en los diarios. Por ejemplo la posibilidad de relatar noticias en vivo desde el lugar de los hechos, o partidos de fútbol o entrevistas. Si las agencias de noticias se hubieran limitado a leer el periódico en voz alta frente a un micrófono, efectivamente el periodismo radial no hubiera tenido ningún valor agregado.
La prensa es un subconjunto de la comunicación, y la comunicación un subconjunto de las relaciones humanas que al igual que ellas es algo dinámico que evoluciona junto con la tecnología, la cultura y las sociedades. Proponer que el Estado acomode las leyes para impedir que ciertos medios se tornen obsoletos es lo mismo que intentar frenar el progreso o la evolución. En nombre de ese mismo cometido podrían haber prohibido los transistores para proteger a los fabricantes de tubos de vacío, o los automóviles para proteger a los fabricantes de carruajes.
Link: Google takes the FTC to school (Buzzmachine)