Estamos a un puñado de horas de ver algunas pruebas preliminares del Gran Colisionador de Hadrones (LHC por sus siglas en inglés), la máquina que mantiene al departamento de física de mi universidad en un orgasmo sincronizado y que espera, entre otras cosas, ubicar al elusivo (si es que existe) bosón de Higgs, explicar de dónde sale la masa de los cuerpos, confirmar la unificación de tres de las cuatro fuerzas fundamentales y, según algunos investigadores, hacer desaparecer a nuestro planeta en un agujero negro.
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La histeria en torno a esta última posibilidad ha llegado a tal punto que el CERN está saturado de llamadas y correos de diversas fuentes, pidiendo con mayor o menor elegancia la postergación o cancelación de las pruebas en el LHC. Algunas personas han ido aún más lejos, y han contactado directamente a algunos científicos a cargo del LHC exigiendo de plano el fin de esta investigación, y en el caso del físico Frank Wilczek, profesor del MIT y dueño de un premio Nobel (y créanme, no fue el de literatura), las amenazas de muerte no se han hecho esperar.
A pesar de todo, el plan sigue su curso, y el 10 de septiembre se dispararán los primeros rayos de protones a lo largo de todo el LHC (hasta ahora sólo habían sido pruebas parciales) con una energía de 450 GeV y sin colisiones de por medio, algo que está muy lejos de la potencia planificada del súper colisionador, de entre 5000 y 7000 GeV.
Respecto al tema, el profesor Brian Cox de la Universidad de Manchester fue enfático: “Cualquiera que piense que el LHC destruirá el mundo es un … ” (Censurado, horario para menores).
Link: Large Hadron Collider scientists receiving death threats (TGDaily)